La noche de Samaín está más cerca y no puedo disimular mi emoción. Es un día lleno de energía mística y mágica en el que las puertas entre los dos mundos permanecen abiertas. A veces olvidamos que la realidad no se limita a aquello que somos capaces de apreciar con nuestros cinco sentidos… Tan vanidoso es el ser humano… Niega la existencia de todo lo que él no puede explicar con el método científico. Como si el requisito para «ser» pasara por la criba del raciocinio del homo sapiens… La realidad es mucho más de lo que somos capaces de asimilar y en cuanto abandonemos la perspectiva limitada y egocéntrica en la que se nos ha educado abriremos las puertas a un universo de aceptación. No se trata de mantener una fe ciega y absurda, se trata de tener la mente abierta y no negar sistemáticamente.
El 31 de Octubre casi todo el mundo celebra Halloween, pero al margen de los disfraces, el trick or treat, las calabazas y los caramelos, la raíz de esta festividad tiene un origen pagano y celta. En España lo llamamos Samaín y en gaélico dicen Samhain. Luego llegó el cristianismo y le cambió el nombre por «La noche de todos los Santos», aunque la esencia sigue siendo la misma: Honrar la memoria de los muertos.
Para los celtas, Samaín era el momento del año que se situaba entre el otoño y el invierno. En esa fecha, la frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos es más delgada que nunca, por eso se invita a los espíritus de nuestros ancestros a que vengan a enseñarnos y protegernos. También se ahuyenta a los espíritus malévolos. Algunas personas se disfrazaban de espíritus para que estos les equivocaran y no pudieran hacerles daño.
Seguramente no eres consciente de ello, pero, quizás luzcas la misma sonrisa de tu tatarabuela, se te dé igual de bien bailar que a tu bisabuelo y tengas en la cadera el mismo lunar en forma de corazón que tenía tu abuela. Hay mucho en nosotros que hemos heredado, muchísimo más de lo que imaginamos y de lo que nos gustaría reconocer. ¿Imaginas lo interesante que sería poder sentarte a tomar un té con la madre de la madre de la madre de tu abuela y descubrir cómo era, cómo se vivía en aquella época, si te pareces a ella, los secretos que se guardaban en tu familia entonces…? Sería una experiencia incomparable.
¿Por qué no honrarles la noche del 31? Hágamos como los antiguos celtas… Crea un pequeño altar en tu casa con fotos de tu familia o algún recuerdo significativo para ti. Encienda una vela y pide su protección. Hoy es más fácil que nunca sentirla.
Yo nací tras las celebraciones de Beltane (la celebración celta de la primavera) y perdí a alguien muy querido el día de Samaín. Las festividades celtas han marcado mi vida y de alguna forma, siento que todos los años en estas fechas los seres amados que nos abandonaron son capaces de acercarse un poquito más a nuestra dimensión. Certeza o deseo, la verdad es que me parece una ocasión maravillosa para recordarles y darles las gracias por todo lo que nos dejaron. Para mí, no es una noche de terror, es una noche de recuerdo y añoranza.
Sólo queda un día… ¡Feliz Samaín!
Photo: Diane Naegel